Respetar el ritmo natural del día, de la semana, de las fiestas anuales, apoyar el proceso madurativo de cada individuo y equilibrar y fomentar sus capacidades intelectivas, su sensibilidad artística y su fuerza de voluntad son los objetivos de la Pedagogía Waldorf, para que cuando el joven sea adulto, pueda desplegar su potencial, su iniciativa y su creatividad para responder a los desafíos de la vida y para que se vuelva un miembro activo de la sociedad futura y un habitante respetuoso para el Planeta Tierra.
Para poder lograrlo el profesorado está en formación permanente a través de los claustros pedagógicos semanales, de los cursos impartidos por los centros pedagógicos nacionales e internacionales y de los grupos de trabajo.
Además, los padres están directa y activamente involucrados en todo el proceso, a través de tutorías personalizadas, reuniones pedagógicas periódicas, laboratorios de arte y talleres, charlas y conferencias sobre temas de especial interés.
El día comienza con una clase principal de unas dos horas de duración en la cual se desarrollan habilidades, competencias y facultades matemático-científicas, así como del área de Humanidades.
Las asignaturas se imparten de forma artística en bloques de varias semanas y, en base al grupo y según el criterio de evaluación del maestro, algunas clases se impartirán en inglés, para que los chicos puedan aprender el idioma de forma intensiva y llegar a dominarlo fácil y naturalmente en poco tiempo. A la clase principal seguirán unas clases temáticas de unos 50 minutos. Estas clases estarán dedicadas a las actividades que requieran práctica regular (matemáticas, idiomas, música, actividades artísticas, ortografía, etc.). El maestro elige el material, la presentación y las actividades para cumplir con el desarrollo del curriculum y puede hacer las adaptaciones que hagan falta para el plan de su clase, con el objetivo de lograr un conjunto artístico donde las partes se relacionan con el todo y el conjunto está impregnado de ritmo, estructura y sentido.
El día y el año escolares están estructurados de una manera orgánica que establezca un ritmo saludable entre concentración y relajación, trabajo mental y práctico, movimiento y reposo, escucha y participación, mirar y hacer.
Además, en cada clase se intenta lograr un equilibrio entre las actividades del pensar, sentir y la voluntad (hacer). Esto permite renovar constantemente la atención y el interés, además de producir una estimulación fisiológica. El maestro puede realizar todas las actividades que crea oportunas para adaptarse al nivel de atención de cada clase, además de modificarlas según las necesidades y las circunstancias que vayan surgiendo. Tras la experiencia y la introducción de nuevo contenido a lo largo de unas semanas en el ámbito de la clase principal, esa temática se deja descansar o simplemente se sigue en su asimilación mediante ejercicios o prácticas artísticas en la segunda parte de la mañana, pero sin introducir nada nuevo. La experiencia ha mostrado que eso produce un efecto real de asentamiento, durante el cual el conocimiento se convierte en facultad y se integra en el individuo. El conocimiento podrá ser evocado más adelante en una ulterior clase principal y servirá de fundamento sobre el cual se edificarán nuevos argumentos. Este “re-membrar” en un contexto más amplio es una parte importante del proceso de aprendizaje. El ritmo del año estará marcado por la celebración de las fiestas estacionales, que además de aportar equilibrio y sentido de la continuidad, ayudarán a crear una intensa experiencia de comunidad. El aprendizaje procede desde la experiencia sensible o imaginativa: cada argumento se introduce o se experimenta sin dar definiciones abstractas ni explicaciones innecesarias, luego se deja dormir y descansar por la noche. Al volver a clase el maestro acompaña los chicos al recuerdo de lo que se ha experimentado a través de un proceso de diálogo, retrospección, ponderación y expresión creativa. Así en un trabajo de síntesis guiada, los alumnos son llevados a identificar el concepto o la ley científica que está detrás de todo lo visto, vivido e integrado. Gracias a este ritmo, el concepto cobra vida en el alumno que, frente a ello, mantiene una actitud activa y no lo recibe abstracta y pasivamente.La clase es un modelo de comunidad, por grande o pequeña que sea y las habilidades mixtas de los estudiantes que la componen son su mayor riqueza. Se pone mucha atención en como los alumnos pueden aprender uno de otro, los unos con los otros y en lugar de fomentar la competición a toda costa, se aprende a valorar las propias destrezas y las de los compañeros, desarrollando comprensión de las limitaciones mutuas. Cultivar y alimentar esta conciencia social, la comprensión y la ayuda recíproca, ayudan al individuo a enfrentarse de forma constructiva a sus problemas personales y le preparan para la vida con un enfoque basado en la empatía y la colaboración.
La enseñanza se produce esencialmente a través del maestro, que escoge el material que considera más adecuado para sus alumnos (hojas de trabajo, textos, poemas, diccionarios, mapas, diagramas, atlas, etc.).
Los alumnos, con la ayuda del maestro, irán fijando los conceptos fundamentales de cada materia en un cuaderno, cuidando tanto el contenido como la estética de este. Esta labor de reelaboración artística será propedéutica al aprendizaje y el cuaderno se convertirá así en un tesoro preciado para el joven, además de un recuerdo muy personal de las experiencias vividas.
La evaluación del aprendizaje es un proceso continuo que tiene en cuenta tanto el nivel de aprendizaje como el comportamiento de cada alumno en todos los ámbitos: prácticos, cognitivos, sociales y emocionales y procura entender y favorecer el desarrollo de las habilidades, capacitades y facultades de cada individuo.
La evaluación tendrá en cuenta también los deberes, que serán continuados y siempre relacionados con el trabajo que se vaya desarrollando en las clases, además de proyectos, redacciones, pruebas y tareas artístico-prácticas que complementen el trabajo de clase. El maestro redactará un Informe trimestral de cada alumno y lo compartirá con los padres y en los casos en los que lo crea oportuno, también con los alumnos mismos.
Cuanto más nos acercamos a la etapa de la adolescencia, más importante es seguir cultivando la disciplina orientándola hacia una autodisciplina consciente. Los jóvenes tienen que aprender a tomarse la responsabilidad de sus actos y aceptar eventuales consecuencias. Frente a una posible infracción, hay que procurar que el alumno entienda cuales han sido las consecuencias de sus acciones y que tenga la oportunidad de reparar el daño provocado. El diálogo entre alumno, maestro y padres juega un papel esencial, así como el trato particular de cada caso.
Se establecerá con la colaboración de todas las partes, maestros, padres y alumnos, un código de comportamiento que promueva el respeto de las personas, la salud, la seguridad y la armonía social, además que el cuidado de espacios y objetos del entorno.Situada en Sarón, a 20 minutos de Santander, nuestra escuela ofrece una alternativa educativa basada en la pedagogía Waldorf-Steiner